"...la selección de México con todas sus estrellas: Arriaga, Arriaga Segundo, Sarriaga y Aguirre."
Veo al portero que baila como idiota, intentando distraerme.
Pienso en el técnico, en los contratos, las fotos, las
ofertas, los tuits, el mercado de fichajes de verano, las entrevistas en radio
y tv, una vida de mirrey si anoto el gol.
Si anoto el gol, Aguirre mismo esculpe un busto mío en
mármol blanco, Aguirre mismo me la mama.
Me preocupa el portero.
Pienso que piensa lo mismo que yo, mientras sigue bailando
como si tuviera convulsiones.
Se acerca Andrés y me dice: “Chingaselo por la zurda…”
¿Cuánta gente hay en el estadio? Un chingo, mucha gente que
en mi vida volveré a ver.
Y entonces veo a ese número 7 de Portugal. Ese que ha perdido tanto crédito por una
sombra, por un número 10. Pienso en su miseria, en sus ojos tristes, en su
quijada en shock. Está despeinado, piensa en su nuevo fracaso, ya fracasó en la
Euro, una derrota más y a la chingada.
Entonces pita el cabrón, ese que marcó la falta, aquél que
pensó en todo lo que vendría encima de revisar el vídeo y ver que no hubo
falta.
Tres pasos atrás, y pienso cuánto pagan en África. O cuánto
pagas por un cuartito con cama. Pienso cuanta lana tengo en el banco. Y cuanta
me debe el Club todavía.
Y tiro.
Tiro y por educación, por lástima, omito al portero, saco la
pelota por la izquierda del arco.
Fallo.
El balón estrella contra el cacha balones.
No más contratos, ni firmas, ni desodorantes con mi rostro.
O quizá sí.
Esto es un negocio, un poco bizarro, pero es un negocio.
Me valía pito, me sentía en deuda con aquél 7 portugués con
el de negro, con mi 1.60, nunca entenderé por qué…
Luego de tirar me sentí como se debe sentir un cerdo en sus
30 minutos de orgasmo.
Caminé al centro de la cancha y Andrés me dijo: “No pasa
nada”. Que en cualquier otro idioma significa “Chinga tu madre”.
Aguirre hablaba con Carrillo y este me miraba fijamente.
Me pongo en mi posición, quedan 3 minutos y el Juego
continúa.
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