lunes, 22 de septiembre de 2008

Rito de Machos.

"Carne: ¡Te voy a hacer popó!"

A propósito de la parrillada de ayer domingo para ver el partido Gigantes-Bengalies.... ¿Por qué tanta fijación con las parrilladas? ¿Somos piromaníacos los hombres, o nuestro instinto animal nos lleva a disfrutar de ensartar carne sangrienta en lanzas filosas y verlas arder a las brasas?
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Sucede que para los hombres, una parrillada es un rito de machos. Carne sangrienta, hierros al rojo vivo, brasas ardiendo, cuchillos deslumbrantes, armas blancas, fuego… ¡Hacer el asado es como ir a una mini-guerra, es cocina peligrosa! ¿Y qué hombre no quiere disfrutar de la adrenalina que proporciona la sangre y las llamas para que luego todos aplaudan nuestro regreso victorioso, con el animal vencido en un plato, con aquello de “Carne: ¡Te voy a hacer popó!”?

Pocas cosas en la vida le dan a un varón la certeza absoluta de su virilidad. Ni siquiera el sexo.
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Lograr una buena carne asada es como marcar un golazo, una de las mayores satisfacciones, el triunfo sobre la muerte, la medalla al Gran Macho. Es cocinar con riesgo, entre llamas y armas, en un pequeño incendio del que sale invicto. Si sale de la contienda con cicatrices de la batalla, (sucio, ojos rojos y grasoso), mucho mejor...

NdEd. Si, así tal cual lo relata una chava argentina, es lo que disfrutamos los hombres de las parrilladas, así lo dijo.

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